
Soy un título. Haz doble clic para editarme.

The Witcher 3:
Wild Hunt
"A través de grandes y pequeños éxitos, CDProjekt construye el sandbox más denso y brillante visto hasta la fecha."


Para hablar de los personajes vistos a lo largo de la epopeya de Geralt de Rivia es necesario empezar por el propio brujo. El Carnicero de Blaviken, caracterizado a la perfección siguiendo la descripción de las novelas de Andrzej Sapkowski, resulta un cruce ejemplar entre un personaje propio y un avatar, con una personalidad claramente definida: frío, imparcial, metódico, poco emocional, que limita el árbol de diálogos y las decisiones a tomar, pero con los suficientes flecos como para que el jugador pueda sentirse identificado y expresarse a través de él.
Me resulta inevitable comparar las distintas variantes que adopta el género sandbox con los fenómenos conocidos como ilusiones ópticas, en las que, dependiendo de en que elemento centre el sujeto su atención, ya sea figura o fondo, la imagen cobra un significado completamente distinto. Partiendo de este punto, podemos establecer una clara división entre los videojuegos de mundo abierto. Por un lado, encontramos aquellas obras de carácter más personal, que centran sus esfuerzos en el desarrollo de una serie de personajes que vagan por un enorme escenario, que, al igual que en las grandes producciones de Hollywood, aparenta vida pero resulta inerte en el fondo. Por otro lado, hallamos aquellos títulos que arrebatan la identidad del protagonista en detrimento de la del jugador, que se convierte en una minúscula mota de polvo dentro de un vasto universo, con sus propias raíces y costumbres, que va descubriendo a cada paso que da en él.
The Witcher 3: Wild Hunt, por definición, tendría cabida en el primer grupo, sin embargo, y sin ser el primer intento, pero sí el más brillante, construye alrededor del protagonista, el mítico Geralt de Rivia, un denso y profundo mundo en el que sumergirse gustosamente, en el que exploración y narrativa se dan de la mano hasta niveles insospechados.
Esta tercera entrega, siguiendo la estela de los sucesos vividos en anteriores episodios de la serie, comienza con el reencuentro entre el brujo y su amada hechicera Yennefer, al mismo tiempo que el protagonista es ordenado por el emperador de Nilfgaard a recuperar a su ahijada Ciri y defenderla de la amenaza de la legendaria Cacería Salvaje. Un sólido punto de partida para dar paso a la aventura más personal vista, hasta el momento, en la franquicia.
Este va a ser un viaje largo y movido.
El guión de The Witcher 3 es de aquellos que sorprenden más por la forma que por el contenido, por la brillantez de su escritura, de aquellos que se cocinan a fuego lento, que se hilan y complican con pasos cortos pero firmes, y que, finalmente, logran atrapar al jugador y meterlo de lleno en su juego cuando comienza a bajar la guardia, gracias, especialmente, al tratamiento de sus personajes y al desarrollo de las relaciones interpersonales.

Sin embargo, el punto central a nivel argumental de The Witcher 3 reside en Ciri, quien podríamos afirmar que es la verdadera protagonista de la historia. CD Projekt planifica la estructura del guión, dividido en dos partes claramente diferenciadas, en pos de construir al personaje, empleando todos los recursos narrativos posibles en el proceso. De esta manera, durante el primer tramo de la historia, a base de testimonios y flashbacks que nos ponen en la piel de la propia Cirilla, los polacos buscan definir la personalidad de la misma, en contrapunto con la segunda parte, en la que se combinan secuencias que alternan el control de ambos protagonistas y breves escenas jugables, de corte más familiar, una pelea de bolas de nieve o una carrera a caballo, por citar varios ejemplos, en las que se busca establecer la relación entre Geralt y su ahijada. Un relato sobre la madurez, de una joven de gran fortaleza que busca forjar su propio destino por sí misma.
“No hay blancos ni negros, brujo”, murmuraba el Barón Sanguinario en el que es, probablemente, el episodio que mejor define la intención de CDProjekt por ofrecer unos personajes que destaquen por su complejidad y credibilidad, que derrochen, ante todo, humanidad, con sus luces y sombras, cuya relación con el jugador se fragua a través de medias verdades y desde el desconocimiento más absoluto. The Witcher 3 es un videojuego incierto, incómodo, un claroscuro constante. Empuja al jugador, lo deja en la cuerda floja, entre la espada y la pared, lo arrastra hacia conflictos tan extremos, en los que la línea que separa el bien y el mal parece difuminarse, que, a menudo, solamente cabe la posibilidad de elegir el mal menor.
Un buen ejemplo de estas situaciones son los romances. A pesar de que la relación con Triss se sienta fría y poco creíble, genérica en el fondo, recurriendo al clásico recurso del recadero para construir la relación entre ambos personajes, los casos de Keira y, especialmente, Yennefer difieren. En el primero, el cual supone un giro respecto al descrito previamente, se nos presenta a una mujer desesperada y solitaria, que engaña al propio Geralt en su beneficio a base de encargos e intenta compensarlo con una velada romántica. En el segundo, que podríamos resumir como un relato sobre la confianza, el más destacable de toda la obra y, a su vez, el más recurrente, el jugador debe decidir si continuar la relación del protagonista con su amada, a pesar de los continuos reproches y burlas de sus compañeros, de su frialdad, y de ser usado, en ocasiones, como una vulgar marioneta.

Resulta imposible concebir los personajes que aparecen a lo largo de la aventura de Geralt de Rivia sin comprender el universo que les rodea. Simples peones en un enorme tablero de ajedrez como lo es el complejo e inquietante mundo de la política. Desde su primera entrega, acentuándose especialmente en su secuela, la serie ha puesto especial interés en retratar con un acercamiento realista, sin escatimar en detalles, las continuas luchas de poder existentes entre las distintas naciones que componen el mundo ideado por Andrzej Sapkowski. Un telón de fondo que, indirectamente, afecta al propio brujo y sus aliados.
“La guerra, la guerra nunca cambia”. Desde los primeros compases de la aventura, se nos presenta el conflicto bélico protagonizado por el imperio nilfgaardiano, deseoso de riqueza y poder, y los Reinos del Norte, liderados por el sanguinario y tirano Radovid. A pesar de que, en ocasiones, los polacos hacen partícipe al jugador en el rumbo del enfrentamiento, siendo algunos de estos momentos de los más tensos y memorables de toda la obra, en The Witcher 3 el principal objetivo es explorar las consecuencias que deja tras de sí la propia guerra. El horror.
Mientras que la travesía personal de Geralt se compone de extensas y trabajadas escenas, acompañadas de cuidadas cinemáticas, CDProjekt apuesta por lo espontáneo, lo cotidiano, lo mundano a la hora de construir su mundo. Pequeñas historietas escondidas por el vasto mapeado del título, que, a modo de collage, buscan ofrecer la imagen de un mundo decrépito y consumado por la locura del ser humano.