

Bayonetta
Platinum Games se afianza como uno de los estudios con más talento del panorama actual, gracias al Hack n' Slash más profundo, técnico y especialmente satisfactorio visto hasta la fecha. La Bruja de Umbra se corona como la reina del género.
Así se las gasta Bayonetta, la femme fatale por antonomasia del mundo de los videojuegos. Como no podía ser de otra manera estando Platinum Games detrás del proyecto, estamos ante un Hack n’ Slash, ante un machaca botones de toda la vida. Bayonetta es la definición más pura y natural del género, abandonando las plataformas y puzles que tan de moda parecen haberse puesto últimamente. Esto va de pelear, de liarse a tortazos con todo lo que se mueva. Un yo contra el barrio. Cada uno de los elementos destacan y encajan a la perfección, como si de un baile pensado y coreografiado al milímetro se tratase. La paleta de colores tan viva, con predominancia del púrpura, concede vistosidad y belleza a la escena; las melodías de clara influencia pop añaden ritmo y musicalidad al enfrentamiento, cada ataque se mueve al compás de la música; la fluidez de movimientos de Bayonetta y el Tiempo Brujo, esquive en el último instante para activar la cámara lenta, marcan la diferencia, haciendo de la propuesta un espectáculo jugable y visual constante, una experiencia orgánica como pocas. Una danza mortal.
Bayonetta es fácil de jugar, pero difícil de dominar. Es una ardua tarea conseguir aprender y controlar esa larga lista de combos, que recuerda más a un juego de lucha que a uno del propio género, pero manejar a nuestro personaje, luchar aprovechando todas las posibilidades que nos otorga el título, resulta tan gratificante que no tiene precio. Si hay algo que no se les ha olvidado a los japoneses durante los últimos años es el crear curvas de dificultad pulidas y medidas al dedillo. No por ello, el primer Super Mario Bros. de NES sigue teniendo uno de los mejores tutoriales de la historia del medio. Platinum Games sigue la misma fórmula que la obra de Miyamoto. El aprendizaje mediante el juego, la experimentación, el tropezarse con una piedra y asegurarse la próxima vez de no volver a caerse, de aplicar lo aprendido en el pasado para aplicarlo en el futuro. A cada paso que damos aparecen nuevos tipos de enemigos, ergo, cambian nuestras tácticas y maneras de afrontar cada situación, cada combate. Cada nivel se siente único, distinto, siempre aparece algo nuevo en el camino.
Es inevitable comparar a la obra de Hideki Kamiya con los clásicos. Bayonetta rezuma un aroma que recuerda a los videojuegos de los años 80 y 90, aquellos en los que podías tirarte pegado a la pantalla durante meses hasta descubrir todos sus secretos, en los que la rejugabilidad era un factor a tener en cuenta. Platinum Games busca mantener esa tradición, inflando la segunda partida de nuevos trajes, armas, personajes. El estudio japonés invita a seguir jugando, a no dejar el juego en la estantería tras completarlo por primera vez. El picarse con uno mismo, intentar superarse y lograr la mayor puntación posible en cada capítulo del juego es solo la punta del iceberg. Los modos de juego a desbloquear dan lugar a partidas con un sabor distinto: en el modo Difícil entran desde el inicio enemigos de gran dureza y habilidad que en dificultades inferiores tardaban mucho más en aparecer, al igual que Climax Infinito, elimina uno de los pilares del juego, el Tiempo Brujo, creando así una experiencia completamente distinta.
Bayonetta es, sin ninguna duda, el mayor exponente del Hack n’ Slash en la actualidad. Es un juego de género, y especialmente de autor, de un Hideki Kamiya que logra transmitir un carisma y una identidad única a sus obras, y especialmente a sus personajes. Bayonetta, como su propio nombre indica, es una obra que se sustenta de forma prácticamente exclusiva, hasta de forma enfermiza, en su protagonista, que sirve de pilar central a toda la obra, logrando, a partes iguales, sostener un inconsistente argumento y amplificar un sistema de combate tan pulido y satisfactorio, como solo los de Osaka saben hacer. No tengo tapujos en admitir que Platinum Games ha creado un título puramente mecánico, un videojuego en su definición más primitiva de la palabra, porque son los mejores en lo suyo. Es una obra pensada, diseñada y ejecutada al milímetro, directa, intensa y profunda como pocas, pero, ante todo, como los clásicos, es especialmente divertida, desde el primer segundo hasta el último. Platino puro.
A la hora de hablar de un videojuego no se suele tener en cuenta las personas que están detrás de dicho proyecto, circunstancia que sí se da en otros medios, por ejemplo, el cine. Cada actor tiene cierta predisposición a un papel en concreto, al igual que cada director guarda una personalidad única que transmite a cada nueva obra. Ahí tenemos a Quentin Tarantino, que, sea de su agrado o no, intenta reinventarse y superarse película tras película, aunque, al final, acaba manteniendo en todo momento su inconfundible estilo, ya sea la no-linealidad de sus guiones, la violencia explícita o la apropiación musical. Lo mismo ocurre con Platinum Games, los maestros del Hack n’ Slash, que, con Hideki Kamiya al mando, buscan plasmar en su último título todo lo que les llevo al éxito en el pasado. Bayonetta no es solo lo más representativo del estudio japonés, es la joya de la corona del género que ‘ellos’ mismos pusieron en boca de todos hace prácticamente una década con Devil May Cry.
Los paralelismos con la obra protagonizada por el ya mítico Dante Sparda son más que obvios, latentes desde los primeros instantes de la aventura. Desde el tono desenfadado, que no se toma en serio ni a si mismo, pasando por su trasfondo tan típico japonés del enfrentamiento entre el bien y el mal, en este caso, los Sabios de Lumen y las Brujas de Umbra, hasta los cómicos y estrafalarios personajes y situaciones. Bayonetta sorprende por su puesta en escena, por la presencia total de un argumento, que se apoya constantemente en unas cuidadas y extensas cinemáticas para hacer avanzar la trama y en una serie de pequeños relatos, a modo de coleccionables, para ampliar su universo. Un guión que peca de confuso en ocasiones, de irregularidad en su ritmo y de falta de desarrollo en ciertos momentos, pero cuyos evidentes errores acaban siendo eclipsados en todo momento por su protagonista.
Bayonetta es la provocación, la insinuación, el engaño. La bruja hipersexualizada que invoca demonios con su pelo quedándose prácticamente desnuda, la que se lía a hostias a taconazos mientras saborea lentamente una piruleta. Es difícil encontrar en el mercado un videojuego tan centrado en su protagonista como lo es el título de Platinum Games. Más allá de los propios diálogos son los pequeños detalles los que marcan el carisma de Bayonetta. Lanzar besos para destruir barreras, azotar a los enemigos, posar para una foto tras finalizar un ataque, los andares de modelo mientras dispara, bailar en una barra como si de una stripper se tratase. No lo vamos a negar, la obra dirigida por Hideki Kamiya es hortera, exagerada, vulgar, políticamente incorrecta, pero es justo ahí donde reside su encanto: la sensualidad y erotismo más burdo posible para reírse del jugador, de sus falsas expectativas. Un chiste en si mismo.


Por Painbol
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